Era el verano de 1.892 en Madrid cuando las verduleras de La Latina y El Rastro, hartas de los enormes impuestos que les imponían, se unieron en los que se llamó “El Motín de las Verduleras”
La calle de la Ruda y el Mercado de la Cebada estaban llenos de puestos de verduras, regentados habitualmente por mujeres.
Pagaban una contribución anual por tener su puesto en la calle, a pesar de tener muy pocos ingresos.
La poco acertada gestión del Alcalde, aprobando el aumento de la cuota que pagaban, hizo que estas mujeres se unieran en una lucha común ante tal injusticia.
La subida diaria era de 15 a 50 céntimos por cada banasta que tuvieran a la venta.
Las verduleras eran mujeres duras, curtidas, que reñían e insultaban a sus compañeras para que no les quitasen sus clientes. Su fama de ordinarias y descaradas era supervivencia.
Su protesta se extendió por todos los mercados de Madrid, que se convirtió en un campo de batalla. Se unieron a la protesta las fruteras y verduleras con puesto fijo dentro del Mercado de la Cebada.
Los mercados de San Miguel, los Mostenses, la Paz , San Ildefonso y todos los rincones de Madrid, se sumaron al motín.
Sus armas eran sus verduras. Lanzaban alcachofas, patatas o tomates contra los agentes del orden público que querían parar la protesta.
No quisieron la ayuda de los hombres y paralizaron el transporte de mercancías por toda la ciudad. Destrozaron los faroles para que Madrid quedara a oscuras.
Lucharon cuerpo a cuerpo con los guardias que impedían la revuelta. Una de estas mujeres arrancó un trozo de oreja a uno de los guardias.
Proferían gritos contra el alcalde y amenazas a quien pagase el nuevo impuesto.
Una de las amotinadas explicó: “Nos quieren cobrar mas de lo que ganamos. Con lo que se nos pudre, lo que nos roban los de las banastas y los prestamistas, no nos queda para comer. El año pasado nos pusieron un impuesto y lo pagamos. Ahora quieren mas y no podemos tolerarlo. Nadie se ha reído de las vendedoras de la `Cebá´. No tenemos miedo”
El nuevo impuesto, finalmente, no se cobró a las verduleras de Madrid.