El espacio CentroCentro de Madrid alberga, hasta el 8 de octubre, una retrospectiva de la etimología de la palabra que define todo lo que “pretende ser elegante y refinado sin conseguirlo”
La palabra cursi es considerada por la Real Academia Española (RAE) como la definición de una persona “que pretende ser elegante y refinada sin conseguirlo” o de una cosa que, “con apariencia de elegancia o delicadeza, es pretenciosa y de mal gusto”.
Para los comunes, aquellos que se quejan de la primera ola de calor del periodo estival en Twitter -como si la meteorología fuese capaz de escuchar los gritos de auxilio contenidos entre caracteres-, el término también hace referencia a todo lo que puede llegar a causar vergüenza ajena. Ya sea una pareja besándose en plena calle o la nueva programación de Mediaset tras la cancelación de Sálvame.
En Elogio de lo cursi, la exposición que se puede visitar hasta el próximo 8 de octubre en el espacio cultural CentroCentro, la acepción de la palabra tiene un rol protagonista a la hora de crear un mapa de lo que el término supuso para la sociedad española del siglo XIX en adelante.
Sergio Rubira, comisario del proyecto, partió de una propuesta de la directora de CentroCentro, Giulietta Zanmatti-Speranza: quería llevar a cabo un “estudio cultural” que emplease las colecciones presentes en los museos del Ayuntamiento de Madrid.
“Lo cursi es pretencioso, es un querer y no poder”, indica Rubira en una conversación telefónica con Infobae España. Para dar forma a la exposición, rastreó las grandes obras literarias del siglo XIX para encontrar menciones, no sólo a lo cursi, también a los objetos que lo definen. Figuras de porcelana de dudoso gusto, ajuares hechos con el cabello del recién fallecido o retratos burgueses que imitan modelos de la realeza y la aristocracia.
“Hay gatitos de porcelana, gatitos en polveras, gatitos en pastilleros…”, una enumeración felina que concentra “el desarrollo histórico” de lo cursi y de cómo la palabra se “ha ido adaptando a medida que pasa el tiempo” más allá de lo que “hemos convertido en meme”.