Después de 8 meses en los que ha estado suspendido “El Rastro”, este mercadillo histórico ha vuelto con todas las medidas de seguridad.
Para los amantes de las antigüedades, objetos curiosos y piezas imposibles de encontrar, ha sido una gran alegría su reapertura.
El acceso está controlado por 150 Policías Municipales y de Protección Civil y todos los puestos tienen gel hidroalcohólico a disposición del público.
Solo se ha autorizado la mitad de los puestos habituales, por lo que es mayor la separación entre ellos y es menor la aglomeración de personas, habitual en esta zona.
“El Rastro” tuvo sus orígenes en 1.740 y siempre ha sido una cita imprescindible para turistas y madrileños en las mañanas de los domingos.
Debe su nombre al rastro de sangre que dejaban los animales que eran sacrificados en el matadero que había en esa zona y que entonces era un barrio de las afueras de Madrid.
Estos mataderos dieron lugar a otras pequeñas industrias. Se curtían pieles para zapatos o correas o se hacían velas con el sebo de los animales.
Poco a poco se fueron estableciendo otros gremios: almonedas, anticuarios, ropavejeros, libros viejos, etc.
Y su principal atractivo, antes y ahora, es la posibilidad de encontrar un objeto de valor en medio de esos puestos desordenados.
¡La búsqueda del tesoro!, a la que tantos madrileños somos muy aficionados, Y algún pequeño tesoro hemos encontrado.
Un pedacito de Madrid que continúa y continuará por mucho tiempo.