El Convento de Santo Domingo el Real estaba situado en lo que actualmente es la Plaza de Santo Domingo. Fue derribado en 1.868 dejando el espacio que ocupaba a la referida plaza.
En 1.478, unos años antes del descubrimiento de América, falleció inesperadamente Doña María de Cárdenas, esposa de un biznieto del Infante Don Juan de Castilla.
El marido estaba viajando fuera de Madrid y aunque se le mandó aviso, no era posible que llegara a tiempo para enterrarla.
El mayordomo de la familia recordó que toda la familia a la que servía, tenía derecho a ser enterrado en la cripta del Convento de Santo Domingo, al ser descendientes del Infante.Y así se hizo. Esa misma noche, las monjas del Convento empezaron a escuchar fuertes golpes y gritos espantosos que venían de la cripta y que retumbaban en todo el edificio.
Durante los tres días siguientes siguieron oyendo lo mismo. Las monjas rezaban continuamente porque creían que así ayudaban a que el alma dejara de sufrir.
El cuarto día el Convento quedó en silencio. Sus oraciones habían hecho el efecto esperado.
Unos meses mas tarde, cuando volvió el esposo, quiso visitar la cripta para despedirse de su amada esposa.
La horrible escena que se encontró fue la siguiente: El ataúd estaba roto y sobresalía una mano cubierta de sangre reseca, su cara demostraba el gran terror que padeció y el sudario estaba completamente rasgado.
¡María de Cárdenas fue enterrada viva!
La catalepsia no estaba diagnosticada en aquellos tiempos y María de Cárdenas padeció la peor de las muertes.
Cuando paséis por la Plaza de Santo Domingo, tened un pequeño recuerdo a esta pobre mujer.
